¿Qué decir de una disposición emocional de apego, con apariencia de Dependencia emocional, pero cuyo rasgo más saliente no es la necesidad de vinculación, sino una querencia selectiva hacia un tipo de relación afectiva tóxica?

Mientras el dependiente emocional posee una débil autoestima, y siente un vacío interior que le impulsa a huir de la soledad, una persona con apego enfermizo podría tener una buena autoestima, y su “atracción fatal” hacia una persona tóxica no estar condicionada por su incapacidad para estar solo.

Un concepto clave para entender por qué una persona inteligente (y, por tanto, con capacidad de adaptación) tropieza no ya dos veces, sino incontables veces, en la misma “piedra”, en el mismo tipo de vivencias tóxicas con una persona, o incluso con diferentes personas, “sin necesidad”, es el de los Modelos representativos (esquemas mentales inconscientes). Nuestro Yo consciente desea la felicidad, estar con una persona que satisfaga nuestras necesidades. Nuestro Yo inconsciente tiene una idea más “fría”: reproducir un esquema mental de pareja y de relación, como si de un programa informático se tratara.

Si no sabemos que existe un programa en nuestra Mente inconsciente, que condiciona nuestras elecciones de pareja y el mantenimiento de los vínculos, éste realiza su función, por más “libres” que nos sintamos. Sólo tomar distancia, conocer y salir del programa, como Neo en Matrix, nos permitirá alcanzar una mayor libertad, y deshacer el uróboros: ese extraño animal que se come su propia cola, símbolo del ciclo eterno y la inevitable repetición.

Otro concepto explicativo es el de Colusión, cuando un esquema inconsciente propio “vibra” de forma complementaria con el de otra persona. Es ahí cuando surge eso tan especial y excitante como es el Enamoramiento, muchas veces confundido con el Amor.