Es el temor a lo desconocido, una sensación indefinida de peligro ante algo que puede suceder.


Angustia existencial

“El grito” (1893), de Edvard Munch (1863-1944), es una perfecta representación visual del Expresionismo (expresión artística de la subjetividad, frente a la reproducción de la realidad), del Existencialismo (el sentido individual, frente a cualquier sentido trascendente; Heidegger, Jaspers y Sartre), así como del concepto que nos ocupa.

La angustia existencial es la vivencia del no-sentido de la existencia: el individuo no forma parte de un “plan divino”, ni es una “parte de un todo”; el hombre es una “integridad libre”, que da un sentido personal a su vida.

Así como el creyente puede angustiarse ante un posible castigo divino, el no-creyente lo que siente es un temor ante “la nada” (“El ser y la nada”, 1943, Jean-Paul Sartre, 1905-1980).

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Angustia generalizada

El llamado trastorno por ansiedad generalizada (TAG) se caracteriza por una constante angustia y preocupación no realista o excesiva (expectación aprensiva) en torno a dos o más circunstancias vitales; por ejemplo, una posible desgracia de un hijo (que no se halla en peligro), o una posible ruina económica (sin ninguna razón). En los niños y adolescentes, la angustia y preocupación puede refererirse al rendimiento académico, deportivo y social.

Según el DSM IV, el trastorno ha durado 6 meses o más, durante los que el individuo ha estado preocupado por estos problemas la mayor parte de los días. La angustia y preocupación se asocian a 3 o más de los seis síntomas siguientes, algunos de los cuales han persistido más de 6 meses (en los niños sólo se requiere 1 de ellos):

 1) Nerviosismo, inquietud o impaciencia
 2) Fatigabilidad (cansancio) fácil
 3) Dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco
 4) Irritabilidad
 5) Tensión muscular
 6) Alteraciones del sueño (dificultad para conciliar o mantener el sueño, o sensación al despertarse de sueño no reparador)

La angustia generalizada se da en un 5% de la población, correspondiendo el 60% de los casos a mujeres.Tomando como base muestras muy numerosas de gemelos monocigóticos, los investigadores han llegado a la estimación de que la aportación del ambiente en la ocurrencia del TAG es del 65% y la de la genética del 35%.

Trastorno de pánico

Se caracteriza por la presencia de ataques de pánico (crisis de angustia) recurrentes: crisis de terror inesperadas, sin causa aparente, acompañadas por síntomas físicos. Entre una crisis y otra, se experimenta una ansiedad persistente ante la posibilidad de una nueva crisis.

Las crisis de angustia por lo general duran minutos (menos de una hora), alcanzando su máxima expresión en los primeros 10 min.

El carácter inesperado de las crisis es, en su comienzo, rasgo esencial de este trastorno, aunque más tarde determinadas situaciones (por ejemplo conducir un vehículo o encontrarse en un lugar muy concurrido) puedan asociarse a las crisis, en el sentido de aumentar la posibilidad de que se presenten (la persona tiene miedo a tener un ataque en estas situaciones, sin estar segura de que vaya a ocurrir).

El DSM IV califica arbitrariamente de crisis de angustia aquella crisis donde se presentan al menos 4 síntomas de los siguientes:

 1) Palpitaciones (percepción del latido cardíaco), sacudidas del corazón o taquicardia
 2) Sudoración
 3) Temblores o sacudidas musculares
 4) Sensación de ahogo o falta de aliento
 5) Sensación de atragantarse o tener un nudo en la garganta
 6) Opresión o dolor en el pecho (tórax), con frecuencia en la zona del corazón
 7) Náuseas (ganas de vomitar) o molestias abdominales
 8) Mareo, sensación de inestabilidad o de pérdida de conciencia
 9) Desrealización (percibir el mundo exterior como extraño o irreal) o despersonalización (sentirse "separado" de los procesos mentales o cuerpo, como si uno fuese un observador externo de los mismos)
10) Miedo a perder el control o volverse loco
11) Miedo a morir
12) Parestesias (sensación de adormecimiento o cosquilleo en alguna zona del cuerpo, sobre todo extremidades)
13) Escalofríos o sofocaciones (oleadas de calor hacia la cara).

El trastorno de pánico se da en un 3% de la población, y se calcula que un 20% de la población sufrirá una crisis de pánico a lo largo de su vida. Es mucho más común que el trastorno se presente con agorafobia. Es dos veces más común entre las mujeres que entre los hombres. Suele aparecer después de la adolescencia o temprana madurez.

Los estudios con gemelos monocigóticos llevan a una estimación de influencia ambiental de un 56%, frente al 44% que correspondería a factores genéticos.

Según un grupo de científicos españoles del Centro de Genética Médica y Molecular de Barcelona (en una publicación de agosto de 2001 en la revista Cell), la duplicación de una extensa zona del cromosoma 15, en la que se encuentran de 20 a 60 genes, predispondría a los trastornos de angustia-ansiedad, como los ataques de pánico, agorafobia, o fobia social; zona que es la responsable de que los mecanismos cerebrales que regulan los procesos de alerta, se vean potenciados.
La investigación establece una relación entre la ansiedad y la laxitud articular (dolencia consistente en una gran flexibilidad de las articulaciones), al comprobar que el 70% de los pacientes que padecían esta enfermedad tenía ataques de ansiedad. La duplicación del cromosoma 15 (denominada DUP25), se encuentra en más del 95% de los pacientes con trastorno de pánico y sólo en el 7% de la población general.

En una edición reciente de la revista New Scientist, la doctora Monica Gratacòs comenta: “Se está intentando ahora encontrar exactamente cuáles de los genes del DUP25 son los causantes de estos desórdenes. Si esto se logra, sería posible producir drogas que desactiven esos genes o supriman las proteínas que ellos producen”. Pero el ambiente también es muy importante, ya que una persona , aun teniendo la duplicación DUP25 puede no desarrollar ningún miedo. “En las familias afectadas, por ejemplo - concluye la investigadora -, el 20% de la gente que presenta esta anomalía cromosómica, no tiene ningún desequilibrio del comportamiento”.

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, y desde la perspectiva de que la genética predispone pero no determina, la experiencia de la Terapia Online o Presencial permite afirmar que siempre en los trastornos de angustia hay implicaciones biográficas (ambientales) que le dan sentido, y es por eso que tienen solución desde la creación de otro “ambiente” mental que revierta los síntomas.

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