La evolución de la Conciencia

La vida como evolución contínua

Observa esa situación tan adversa,

no se adapta a nuestra natural tendencia;

pero seguro que es motivo para avanzar

en nuestra infinita peripecia vital.

José Miguel Martín Vázquez

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En el Nuevo Testamento de la Biblia encontramos 4 veces una misteriosa idea de Jesucristo, expresada de forma muy semejante, y que se podría sintetizar en ésta sentencia:

Porque al que tiene, se le dará, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene, o piensa tener, se le quitará

[Parábola de los talentos (Mateo 25:14-30), versículo 29. Nada oculto que no haya de ser manifestado (Marcos 4:21-25), versículo 25; (Lucas 8:16-18), versículo 18. Parábola de las diez minas (Lucas 19:11-27), versículo 26]

En la parábola de los talentos y de las diez minas (1 talento = 60 minas = 21,6 kg de plata = 16 años de trabajo de un jornalero en la época de Jesucristo), aquel que por miedo no "negocia" (no utiliza el dinero que recibió, para producir más, limitándose a enterrarlo o guardarlo), es desposeido de lo poco que tiene (1 talento o 1 mina), que se le da al que más tiene (10 talentos o 10 minas), además de ser reprendido y castigado duramente: "Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes".

El "tener" al que aluden estos versículos, no se refiere a un tener material, sino a cualidades (capacidades), conocimiento y disposición (actitud). En la parábola de los talentos, el hombre entrega a sus siervos más o menos bienes "conforme a su capacidad". Si las capacidades y el conocimiento se utilizan desde una actitud positiva, hay un beneficio (enriquecimiento) proporcional, para uno mismo y para los demás. En las parábolas se condena el no hacer rendir (expresar, desarrollar) los talentos.

Si los dones se utilizan negativamente (por interés, para causar mal, o alimentar el narcisismo; ver Siddhis menores), el empobrecimiento es seguro (por más aparentes que sean el poder y las riquezas), y se hará visible, exteriormente, más tarde o más temprano (piense en Adolf Hitler, siempre enfermo y drogado con fármacos, con su decrepitud prematura y suicidio, en el escenario de una Alemania devastada).

Si las capacidades no se utilizan, éstas se van atrofiando paulatinamente: por ejemplo, la falta de actividad física, intelectual, o no practicar un idioma.

Rasgos facilitadores (sanadores)

Cliente

¿Qué tendrá que aportar un cliente a la psicoterapia para lograr un cambio en su personalidad, a través de un Proceso de psicoterapia profundo y positivo (Ψ) que implique la resolución de sus problemas emocionales?

A lo largo de mis años de trabajo en Terapia Online he visto con claridad que ha de haber una cierta "fórmula de la personalidad" que haga posible hacer un trabajo psíquico sanador, a partir de una imprescindible motivación inicial (que dependerá normalmente del sufrimiento). Podríamos decir que hay aspectos positivos ("sanos") de la personalidad (capacidades, cualidades, virtudes) que van a permitir "fagocitar" aquellos aspectos negativos ("enfermos") de la misma (trastornos, conflictos, síntomas) hasta hacerlos desaparecer. En mi opinión serían los siguientes 12:

Autocrítica (un obstáculo serio para una psicoterapia sería una acusada falta de autocrítica)

Comunicación (ser dialogante, establecer intercambios comunicativos bilaterales, no monólogos)

Concentración (capacidad de focalizar la atención y no dispersarse)

Confianza (la desconfianza dificultará o impedirá ser ayudado)

Constancia (el cambio interior no se “intenta”, se construye día a día; “la impaciencia impide progresar”)

Entereza (resiliencia; capacidad de afrontar la contrariedad y ser paciente; una excesiva vulnerabilidad emocional impedirá afrontar y resolver momentos críticos en la terapia)

Flexibilidad (capacidad de cambio mental, "plasticidad mental", en contraste con "rigidez mental", que, en su aspecto más positivo, es un aliado de la inteligencia)

Humildad (actitud del que reconoce sus propias limitaciones y debilidades, en oposición a "soberbia, orgullo, vanidad")

Inteligencia (capacidad de adaptación; donde es importante la I. Emocional, que incluye la Empatía; no confundir con C.I., que no considera la I.E.)

Motivación (ánimo o estímulo respecto al trabajo psicoterapeútico, que requiere trascender la problemática emocional que impulsa el proceso mismo)

Positividad (si la afectividad negativa es dominante en la personalidad, lo más probable es que el cambio no llegue a producirse)

Sinceridad (la relevancia de los contenidos psicoterapeúticos queda mermada por la falsedad y la ocultación)

Psicoterapeuta

Un facilitador eficiente habría de poseer los mismos 12 rasgos sanadores del cliente, a los que han de añadirse, en mi opinión, otros 3

Autoestima alta, incluida la Ética (más allá del Código deontológico), la Compasión y el Altruismo (ver Indicadores de autoestima)

Conocimiento de sí mismo (ideal sería haber realizado una psicoterapia personal profunda, superando problemas personales y/o promoviendo un mayor bienestar psíquico)

Eclecticismo (conocimiento de las corrientes psicoterapeúticas principales y orientación ecléctica: el alcance y estabilidad del cambio dependerán de la amplitud y profundidad del "contexto psicoterapeútico" que aporte el psicoterapeuta)

 

Proceso facilitador (sanador, Ψ)

Una deficiencia excesiva en cualquiera de los rasgos sanadores impediría realizar un Ψ.

Cuanto mayor cantidad de virtudes se posean, más fácilmente se logrará un Ψ, y su alcance será mayor, más profundo y más estable.

Ψ requiere un clima psicoterapeútico positivo (respeto, aceptación, confianza, compromiso, libertad, flexibilidad)

Ψ sigue normalmente un curso ondulante de tendencia ascendente: el cliente experimentará altibajos emocionales, dentro de una mejora general, cada vez mayor.

El insight emocional (visceral, “darse cuenta”; comprensión emocional de una nueva verdad interna - certeza subjetiva -) es la base del cambio profundo de la personalidad. Un Ψ se construye en base a una suma de insights emocionales. El insight intelectual sólo aumenta el conocimiento racional, a través de “información” obtenida de diversas fuentes, como lecturas, o el mismo contacto psicoterapeútico. Es la diferencia entre la sabiduría (conocimiento adquirido a través de la experiencia) y la erudición (cultura, intelectualismo).

El conocimiendo de sí mismo no tiene límites, y Ψ sólo se producirá en base a un aumento del mismo: Saber es Poder (saber cual es el trasfondo mental de un problema, supone poder resolverlo).

Ψ implica el afrontamiento, la elaboración y la resolución de temáticas psíquicas conflictivas, que conllevará un aumento progresivo en la capacidad de adaptación a las mismas. Ver El Estrés

Si se está produciendo un Ψ, el cambio interior será irreversible y la personalidad cambiará en un cierto grado: nada vuelve a ser como antes para el cliente.

Es característico de un Ψ, que es expresión, a la vez que estímulo, del crecimiento interior y el avance en la psicoterapia, una confluencia progresiva en las percepciones del cliente y el psicoterapeuta, incluida la percepción común de que existen diferentes percepciones posibles sobre alguna realidad (en este caso la confluencia se deriva de la plasticidad mental).

A lo largo de un Ψ, la rigidez y dicotomía perceptiva del cliente va derivando progresivamente hacia una percepción holística (global), que refleja un aumento del campo de Conciencia; la vida, las demás personas, y uno mismo, se van percibiendo con muchos más matices, y deja de ser claro que uno u otro tengan la "razón" sobre cierta realidad, o de que haya víctimas y culpables.

Para que el cambio en la personalidad sea sólido y permanente, es necesario el cambio del Inconsciente (cuya influencia es determinante en los estados emocionales), que se producirá paulatinamente, y con resistencias, puesto que los hábitos y los esquemas mentales inconscientes tienden a repetirse, a la vez que van perdiendo fuerza.