Vínculo amoroso estable, con compromiso (acuerdos explícitos o implícitos) e intención latente de duración (duración indefinida). Puede tratarse de una relación de noviazgo, pareja de hecho (registrada o no), o matrimonial (conyugal). Es característica la capacidad de soportar el conflicto y el sufrimiento, más allá de la búsqueda de satisfacciones inmediatas.

Melanie Klein (1882-1960, psicoanalista austriaca), apenas abordó, de una forma directa, la temática de la relación amorosa adulta. Sin embargo, su obra, centrada en la comprensión de las primeras etapas de la vida afectiva, constituye una importante aportación en este sentido, ya que la vida amorosa presenta aspectos estrechamente relacionados con las modalidades relacionales más arcaicas o regresivas. Las posiciones esquizoparanoide y depresiva serían la base de fenómenos que, con mayor o menos intensidad, tienen lugar cuando dos personas forman un vínculo amoroso, especialmente de larga duración y cargado emocionalmente: escisión (del objeto, del yo, de los sentimientos), idealización, negación, identificación proyectiva, omnipotencia, incorporación, duelo.

La presencia de estos fenómenos en la relación de pareja se puede considerar normal; lo patológico sería que influyeran de una forma contínua, produciendo una distorsión constante en la vida psíquica.

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Fases de la relación de pareja

Enamoramiento

Elección de objeto: Por apoyoNarcisista

Colusión (Anzuelo colusivo): Colusión narcisistaColusión oral(Codependencia), Colusión anal sádica (Colusión sádico masoquista, Colusión celos infidelidad), Colusión fálico edípica

Idealización amorosa: "Flechazo" y "Luna de miel", Posición esquizoparanoide

Vínculos idealizadores: Limitar la duración de la relación ("Nueve semanas y media", "Seis días y siete noches"), Limitar la relación a algún aspecto, Elegir un compañero poco conocido (Atracción por personas "misteriosas"), Sentirse atraído por una víctima

Estado fusional: La "pequeña muerte", Sentimiento oceánico

Entregarse (sacrificarse), Poseer (satisfacerse), Juegos de devoración

Angustia fusional (madre posesiva): Defensas

Duración

Precrisis de pareja

Acentuación de la colusión

Escisión del objeto (parte buena y parte mala)

Aumento de la posesividad

Corregir y educar, Superarse y aprender ("maestro" y "alumno")

Crisis de pareja: Decepción, crítica, agresividad, ambivalencia, fase depresiva

Conflicto colusivo

Retorno de lo reprimido

Deseos edípicosPulsiones de meta inhibidaPulsiones pregenitales (Sadomasoquismo, Voyeurismo-Exhibicionismo)

Fases de la relación de pareja

La vida de la pareja se puede sintetizar en el siguiente esquema:

Enamoramiento (idealización) → Precrisis (prevención) → Crisis (duelo) → Poscrisis (separación, desconexión afectiva, reorganización)

La reorganización es propia de vínculos amorosos consistentes (sólidos y estables), e inicia una nueva secuencia de fases.


Enamoramiento 

Es un estado emocional de alegría y entusiasmo (excitación), asociado a una intensa atracción por alguien (o algo) que se idealiza (se percibe perfecto), con el que se tiene, se desea, o se fantasea tener, un vínculo amoroso, o de otro tipo. La experiencia amorosa de la "luna de miel", que continúa al impactante "flechazo" (si éste se da), parece ser la única experiencia existencial que puede tener un valor madurativo sin características de frustración. En conjunto se podría hablar de un enriquecimiento y fortalecimiento del yo junto con la satisfacción de las necesidades afectivas y físicas.

Es tentación irresistible traer aquí la letra de una canción que expresa magníficamente, en forma poética y apasionada, lo que es estar enamorado:

"Si confundes tu cuerpo con tu alma, es que estás enamorado... Si recuerdas los versos de tu infancia, es que estás enamorado... Si percibes el llanto mas callado, si percibes el roce de unas manos, es que estás enamorado... Estar enamorado es descubrir lo bella que es la vida..., confundir la noche con los días..., caminar con alas por el mundo..., vivir con el corazón desnudo..., ignorar el tiempo y su medida..., contemplar la vida desde arriba..., divisar la estrella más pequeña..., olvidar la muerte y la tristeza..., ver el mar con árboles y rosas..., escuchar tu voz en otra boca..., respirar el aire más profundo..., confundir lo mío con lo tuyo..." ("Estar enamorado", Raphael).

Estar enamorado es "alucinar", en una forma semejante al espejismo de un lago de agua en el desierto, que podría tener alguien totalmente sediento y a punto de desfallecer. El enamoramiento no lo "enciende" el otro, por sí mismo, sino que lo producen las chispas que crean las propias necesidades emocionales, al contacto con una imagen del otro que las satisface ilusoriamente:

- "El no paraba de hacerme fantasías de planear viajes conmigo, de que quería un hijo conmigo. Y me enamoré, como nunca antes. Nunca me sentí tan yo, tan cómoda con un hombre".

- Una chica está locamente enamorada de un joven. Una amiga suya de la pandilla no lo entiende, porque el chico no le gusta nada, y además le encuentra defectos de todo tipo... Sin embargo, la chica enamorada sólo siente ilusión, siente que "es él", y ve un mundo colorido y brillante. Eso es estar enamorado. Como la amiga tiene otros modelos representativos y otras necesidades emocionales, el enamoramiento de su compañera es algo "raro" para ella, y ni lo entiende.

Entre ella y yo...

Es un momento, da igual;
es un sentimiento, da igual;
es un instante de felicidad.
Es una posibilidad, da igual;
es una ilusión, da igual;
es una luz en la eternidad.
¿Eres un sueño o eres realidad?;
estar contigo me inquieta,
me remueve, me acelera,
me hace hervir de alegría;
estar contigo me hace estar
como volcán a punto de estallar.

Sé donde está el Cielo

Ser feliz es quererte,
estar en el Cielo es tenerte.

Nena, ¿salimos a pasear?

Dame tu mano, reina mía;
caminemos juntos, ¿quieres?
me miras a los ojos, te ríes...
Estoy radiante, estás preciosa,
la risa se me escapa del alma,
estás conmigo, me hipnotizas...
Me envuelves en un radiante y
cálido sol de floreciente estación;
flores, niños, palomas, a lo lejos...
Mi adorado parque se sorprende,
te acoge, te saluda, orgulloso te dice:
¿ves?, ¡ya estoy en primavera...!
Yo te miro, te acaricio, te beso,
tan sólo siento, tan sólo expreso...
¡qué perfecta...!, ¡qué perfecto...!

Fusión mágica

Eres bella, muy bella;
tu cuerpo, tu alma.
Inquietantemente bella;
tu expresión, tu bondad.
Misteriosamente bella;
tú, yo, una sóla mirada:
armonía, fusión, magia.

El Amor lo supera todo

Te quiero, pero, sin embargo...;
aunque, te quiero, pero...;
sin embargo, te quiero, aunque...;
pero, aunque, sin embargo, te quiero.

José Miguel Martín Vázquez


Elección de objeto

La elección de la pareja tiene una estrecha relación con la biografía de la persona, que tiende a reproducir la forma de interrelación con sus primeros objetos. Los procesos psíquicos inconscientes, que llevan a que se den, entre posibles compañeros, mecanismos de atracción y repulsión, son relevantes cuando son amplias las posibilidades de elección de pareja; en caso contrario hay que considerar también aspectos sociológicos (presiones socioculturales). Hay dos tipos básicos de elección de objeto:

Por apoyo
 (por apuntalamiento)

Es una experiencia común amar a la mujer que alimenta o al hombre que protege. La elección puede estar referida, principalmente, al padre del sexo opuesto o al padre del mismo sexo. El primer caso es más frecuente y, en el plano consciente, puede haber una referencia positiva o negativa a la imagen parental; a nivel inconsciente, ambas formas revelarían la influencia de los deseos edípicos. En los casos en que el marido supera a su mujer en más de diez años, o la mujer excede en más de cinco le edad de su marido, entra frecuentemente en juego un Complejo de Edipo mal resuelto; bastantes veces se forma una colusión oral o anal sádica. Ver Deseos edípicos

Narcisista

Se ama lo que se es, lo que se fue, lo que se querría ser o tener (el Ideal del yo), o lo que fue una parte de uno mismo.


Colusión

Juego conjunto inconsciente de una pareja (o más personas) a causa de una temática (conflicto) fundamental similar no superado, que se expresa en distintos papeles, que representan variantes polarizadas de la misma temática. La temática conflictiva común a la pareja forma un inconsciente común y se basa en modelos representativos y necesidades emocionales inconscientes complementarias. Es característico de las colusiones el que se inicien con un "anzuelo colusivo": aspecto psíquico común y complementario, base de la atracción mutua inicial en la formación de la pareja (ver ejemplos). Cada uno personifica en su comportamiento lo que el otro desplaza como propia actitud de conducta (al rechazarlo en sí mismo). Lo que crea la fuerza de la atracción mutua no tiene que ver con lo que está bien o está mal, con lo conveniente o inconveniente, con lo sano o insano. Lo determinante es la percepción inconsciente de una problemática común, con maneras complementarias de reaccionar; que a su vez depende de esquemas mentales inconscientes de vínculo, del propio papel y el del otro, y las necesidades que de ellos se derivan.

En una pareja, los dos se refuerzan mutuamente en su comportamiento (aunque uno perciba que el otro es el culpable, y viceversa). Teniendo perturbaciones análogas, se impulsan recíprocamente en su comportamiento patológico y se habitúan a vivir una colusión, aunque conscientemente pretendieran lo contrario. En lugar de hacer frente a sus conflictos personales, estos se introducen en la relación con el otro, lo que se pone de manifiesto en la Terapia Online.

En la exposición de los tipos de colusión voy a emplear el género masculino en su sentido genérico, evitando asociar los polos de la colusión con el sexo (por ejemplo, hay mujeres dominantes, igual que hay hombres pasivos, sean parejas heterosexuales u homosexuales). Para una mayor claridad expositiva, incluyo en el esquema los conflictos colusivos de la fase de crisis y duelo. Hay 4 tipos principales de colusiones, entre las que una o dos son preponderantes en cada relación de pareja:

Colusión narcisista
 (el tema "amor como ser uno"): narcisista explícito y narcisista complementario

Elección de pareja: Soy tran grandioso porque tu me adoras (el n. complementario refleja el Yo ideal)/Te adoro tanto porque eres grandioso (el n. explícito representa su Yo ideal)

Conflicto de pareja: Te trato tan mal y sin consideración porque eres tan exigente conmigo (el n. complementario pone en evidencia la distancia al Yo ideal)/Soy tan exigente contigo porque me tratas mal y sin consideración (el n. explícito ya no representa su Yo ideal, y aspira a un Yo ideal propio)

Colusión oral
 (el tema "amor como preocupación del uno por el otro"): lactante (hijo adoptivo) y madre adoptiva

Elección de pareja: Estoy tan necesitado de ayuda porque me puedes cuidar (la madre adoptiva satisface las necesidades orales)/Soy tan cuidador porque necesitas mi ayuda (expresa su disposición emocional y necesidad de ser cuidador)

Conflicto de pareja: Soy tan insaciable y desagradecido porque me reprochas (echas en cara) y desprecias (el lactante intenta ejercer funciones maternas)/Te reprocho y desprecio porque eres insaciable y desagradecido (la madre adoptiva intenta satisfacer necesidades orales propias)

La codependencia sería una forma de colusión oral.

Colusión anal sádica
 (el tema "amor como pertenecerse el uno al otro"): dominante (activo, autónomo) y dominado (pasivo, dependiente); colusión sádico-masoquista, colusión celos-infidelidad

Elección de pareja: Soy tan dominante y activo, tan infiel, porque tu eres pasivo y dócil, muy celoso (el dominado satisface las necesidades de poder e independencia)/Soy tan pasivo y dócil (celoso) porque tu eres tan dominante y activo (el dominante satisface su necesidad de dependencia, por su miedo a la separación)

Conflicto de pareja: Soy tan déspota porque eres irresponsable y abandonado (el dominante tiene miedo a la separación y tiene deseos de dependencia)/Soy irresponsable y abandonado porque eres un déspota (el dominado tiene deseos de autonomía)

Colusión fálico edípica
 (el tema "amor como afirmación masculina"): masculino y femenino

Elección de pareja: Soy tan masculino porque tu me afirmas con tu feminidad (el femenino satisface las necesidades de afirmación masculinas)/Soy tan afirmador de tu masculinidad porque eres muy masculino (el masculino satisface las necesidades pasivo femeninas)

Conflicto de pareja: Estoy tan necesitado de afirmación y tan impotente porque me desprecias y me "castras" (el masculino vive tendencias pasivo femeninas)/Eres tan despreciable y merecedor de "ser castrado" porque necesitas tanta afirmación y eres un impotente (el femenino necesita expresar tendencias masculinas).

Fíjense en estos dos ejemplos donde el dinero actúa como anzuelo colusivo:

- Una incipiente pareja queda para ir a la playa y hay entre ellos una atracción mutua. Cuando están paseando a la orilla del mar, ella le pregunta que cuánto gana al mes. Él le responde que 500 €, después de pagar todos los gastos mensuales de alquiler y matenimiento de la vivienda. En ese momento, a ella se le transforma la cara y aparta la vista de él. El chico se da cuenta perfectamente de este molesto y nocivo rasgo de su personalidad. A pesar de lo cual, decide pasar el día con ella de la mejor forma posible. Y, efectivamente, el día resulta espléndido. Se van conociendo más, y tanto el interés de ella, como la aceptación de su interés, en él, permanecen inalterados. Al poco tiempo empiezan a salir como pareja y a convivir juntos. A lo largo del tiempo posterior, se siguen confirmando estas disposiciones mentales primitivas, a pesar de lo cual deciden ser padres. A partir del nacimiento de una niña, el interés "inocente" de ella deriva en una clara actitud psicopática de explotación, que él acepta por el bien de su hija... (Colusión oral, codependencia, anzuelo colusivo "no me importa el dinero/me dará todo lo que necesito").

- Un joven conoce a dos chicas. Una de ellas es muy guapa, inteligente y de talante alternativo. Le encanta, excepto en un detalle: la dilatación de los lóbulos de sus orejas. A él le gustan las chicas pijas, que se visten bien, se maquillan, y usen adornos clásicos (en especial los zarcillos de perlas, ¿como los de su madre?). Y hay otra cosa que tiene muy clara, aparte de estos aspectos externos, y es que no quiere que se acerquen a él por dinero: él tiene claro que desea ser querido "por lo que es". Siendo este último requisito el más fundamental, por interno y determinante, se le ocurre "testar" a las chicas. A la chica alternativa le pone por delante la llave de su porsche, para ver su reacción. La chica se sonríe y le responde con franqueza que eso a ella le da un poco igual, que ella vive con lo que tiene, y que el dinero o las posesiones no son algo importante para ella. Respuesta inmejorable para él, que sigue prendado de ella, aunque con la anomalía de las dilataciones; que ella, además, le dijo que no se quitaría nunca (chica con autoestima), ante la pregunta de si se las quitaría por él. A la chica pija le dice que está en paro. La chica, que hasta ese momento había mostrado clara atracción por él, se retrae de una forma muy clara, cosa que él percibe sin ninguna duda. Al poco tiempo, le confiesa que quería probarla, y que tenía varios negocios, con cuantiosos ingresos. La chica cambia en ese instante de nuevo, y empieza a cortejarlo sin parar, sintiéndose intensamente enamorada. El chico la elige a ella... (Colusión narcisista, anzuelo colusivo "me sobra el dinero/me dará todo lo que necesito").

Nuestra pareja no nos llega por azar, depende de nuestra personalidad, y ella es el espejo en que nos podemos ver reflejados. Determinar en una pareja que uno sea "inocente" o "culpable", respecto a los conflictos que sucedan en el vínculo, fuera de consideraciones legales, se puede considerar, por diversas razones, una perspectiva superficial y estéril.


Idealización amorosa

En los primeros meses de vida, la idealización del pecho (objeto) bueno es una defensa, de tipo maníaco, ante la ansiedad persecutoria; hay que asegurar la presencia constante de un protector seguro que permita neutralizar las amenazas de destrucción. Es necesario ligar esta actividad al proceso de escisión, que hace posible la idealización.

En el momento del "flechazo", la elección del objeto de amor se le impone a la conciencia antes de toda reflexión crítica. Cada uno siente que se dispone a vivir algo nuevo, en un mundo que de repente se ha transformado, se ha "positivizado"; la alegría ha invadido al amante. Hay una especie de placer de la excitación, que Freud opuso al placer de la descarga en la vida sexual.

 
Durante la "luna de miel" (período posterior al flechazo) se busca suprimir radicalmente, mediante la negación, todas las situaciones de disgusto así como todos los aspectos insatisfactorios del objeto; hay una anulación o exclusión, para cada una de las partes, de todo elemento agresivo con respecto al otro. La agresividad, como conjunto de pulsiones que permiten a cada persona oponerse, separarse e individualizarse del otro, resulta desplazada al exterior del vínculo. Los enamorados no se critican nada, se perdonan todo e ignoran los defectos o la debilidad del elegido. El mundo de lo amoroso se divide en un objeto totalmente bueno, que pertenece al sujeto, y el resto del mundo, donde podrán aparecer los objetos malos perseguidores.
 
Se podría decir que los jóvenes son más enamoradizos porque son más inmaduros. En la adolescencia, periodo aún de inmadurez o debilidad afectiva, es significativo cómo los mecanismos de defensa implícitos en el enamoramiento actúan en un momento de la existencia donde los padres se viven persecutoriamente (incomprensivos, frustrantes, prohibidores). Así sería posible que un joven reaccione buscando inconscientemente un objeto bueno que proteja contra los objetos persecutorios, y que lo haga con escaso juicio crítico, eligiendo a un compañero/a "cualquiera".
 
Muchas personas sobrevaloran (idealizan) el estar enamoradas, como si se tratara de un sentimiento que expresara, en su máxima intensidad, lo que es el amor, a pesar incluso de frustraciones amorosas sucesivas: "El estado en si me parece una de las cosas más bonitas de la vida; lo relaciono con ilusión, con pasión". Lo llamaría yo un querer estar "ciegas de ilusión". Hay personas que cambian de pareja con frecuencia, cuando "se acaba el amor". Esta actitud implica muchas veces una confusión entre enamoramiento y amor. Dos enamorados pudieran ser perfectamente egoístas para las demás personas, vivir en una burbuja de autosatisfacción mutua, sin despegarse uno de otro. Los repetidos fracasos sentimentales realmente lo que ponen de manifiesto es que estar enamorado es un sentimiento inestable, superficial, accesorio y prescindible, en un vínculo amoroso.
 
Es criterio para mantener y ahondar el vínculo amoroso, más allá de la pasión inicial, la capacidad psíquica para establecer una relación de carácter ambivalente con respecto al objeto. La carencia afectiva, vivencia de abandono a corta edad, pérdida precoz o cambio de cuidador en la fase depresiva, impiden que se establezca una relación ambivalente suficientemente sólida con un objeto y predisponen a los fracasos amorosos. Psicoanalíticamente se podría hablar de una fijación en la posición esquizoparanoide: el objeto es totalmente bueno, o debe ser rechazado como totalmente malo. Existiría una incapacidad para enfrentar los procesos normales de la posición depresiva, sobre todo la culpabilidad y el duelo, se rechaza la realidad mediante una negación de carácter maniaco. La incorporación sucesiva de objetos buenos puede consolidar un yo inicialmente débil y hacer posible las defensas de la posición depresiva, lo que permite enfrentar las tendencias depresivas sin necesidad de una constante idealización.


Vínculos idealizadores

Se podrían distinguir una serie de formas de relación, tendentes a mantener la idealización, que tendrían en común la limitación del vínculo amoroso en algún sentido:

Limitar la duración de la relación

Aquí la posibilidad es elegir conscientemente una unión amorosa pasajera, anulable en cualquier momento de común acuerdo. En este caso es posible que la pareja se ponga de acuerdo en separarse cuando la relación deja de ser satisfactoria o cuando una más placentera se le presente a uno de los dos. La idealización de la relación puede proseguir aún después de la ruptura, si los compañeros dejan de verse. Sería una tentativa de hacer compatible la nostalgia del amor perfecto con el carácter transitorio de las aventuras sucesivas.

Sólo la duración, frecuencia de los encuentros, o los proyectos a largo plazo, van dando realidad al compañero de pareja, que implica situar el vínculo en lo concreto de la existencia y desidealizarlo: se va conociendo la personalidad del otro y sus límites.

- En el previsible final de "Nueve semanas y media", el manipulador y vanidoso John (Mickey Rourke) "quema sus últimos cartuchos" de seducción emitiendo algunas frases que podrían suponerse revelaciones acerca de su biografía (nunca se sabe, a lo mejor es otro juego, del tipo: ¿Me crees o no?, ¿verdadero o falso?). Elizabeth (Kim Basinger) le responde: "Demasiado tarde... Me estás destrozando y ya no aguanto más, ¿no lo ves?".

- En el romático final de la película "Seis días y siete noches", Harrison Ford y Anne Heche deciden ir más allá de la excitante aventura que habían vivido juntos: ¿Pero por qué te bajaste del avión? (él) ¿Por qué has venido aquí? (ella) Decidí que mi vida es muy simple (él)... ¿Sí? (ella)... y quiero complicarla desde ahora" (él).

Limitar la relación a algún aspecto

Mantener relaciones con varias personas con las cuales se establecen modos muy distintos de relación, con límites estrictos, permite mantener la idealización, a la vez que reduce el efecto de la pérdida de uno de ellos. Es el caso de algunas personas inseguras cuyas defensas contra la posición depresiva resultan insuficientes, y que se previenen así contra un duelo intolerable dispersando los riesgos.

- Una relación de amantes limitada a mantener relaciones sexuales

- Una relación de amantes (enamorado/s) a través de internet, manteniendo una relación de pareja en la vida "real"

Elegir un compañero poco conocido

Una persona insegura podría encontrar, en la atracción hacia un desconocido, una pareja cuyos defectos espera que queden ocultos. Aquel no muestra o no da más que una parte de sí mismo, la parte buena; la relación con esta parte buena puede ser idealizada fácilmente y valoriza y tranquiliza al sujeto.

- La disposición mental a sentir atracción por personas "misteriosas", con preferencia sobre otras cuyas cualidades y defectos ya han sido percibidos.

Sentirse atraido por una víctima

Se establece un vínculo afectivo intenso con una persona que se presenta, y se siente, como víctima de un tercero. Esta elección, además de situar al sujeto en su papel de protector o salvador (ver cuidadores compulsivos y codependencia), supone que le será más fácil sentir al otro como objeto bueno (por contraste con los malos), así como sentirse a sí mismo como tal.

- Dos mujeres establecen un vínculo de amistad muy intenso, donde una de ellas se sitúa como víctima de su marido.


Estado fusional

En ciertos momentos fusionales uno se convierte en el otro, o en una parte del otro. Es una especie de invasión por el objeto de amor, al que a veces se da preferencia sobre el propio yo. Este grado de identificación con otro (con lo que se proyecta en el otro), la desaparición de los límites de su yo, la "pequeña muerte" en el otro, corresponden típicamente al vínculo amoroso. La aspiración fusional primitiva se liga con fuerzas pulsionales destinadas a la defensa propia del ser o a la parte de pulsiones eróticas narcisistas. Es como si, a partir de un cierto grado de intensidad en la relación amorosa, una indistinción relativa uniese a los yoes de los miembros de la pareja.

Así, en la experiencia de ciertos estados amorosos (después del "flechazo", en ciertas formas del orgasmo) aparece la clara dificultad de distinguir al yo del no yo perteneciente al amado: ¿es realmente amar al otro o amarse a sí mismo? Para que la erotización alcance un alto grado, como en el orgasmo, parece que hace falta siempre un mínimo de experiencia fusional, que se corresponde al sentimiento oceánico descrito por Freud, y tiene afinidad con las experiencias cumbre de Maslow, o los estados de absorción (ver Vivir existencial y La Aceptación). Sin este abandono de sí mismo al otro, y de apropiación del otro por uno, la satisfacción erótica parece quedar reducida a su dimensión fisiológica de descarga.

Para establecer una verdadera relación con otro, sin sentirse amenazado, y poder alcanzar estas raras experiencias, es necesario un sentimiento sólido de la propia identidad, y vivir una comunicación plena con la pareja, compartiendo todos los planos de la existencia ((intelectual, emocional, físico).

Hay dos actitudes simétricas que corresponden a la cara activa y pasiva del estado amoroso, las más próximas a la indistinción fusional simbiótica sujeto-objeto:

Entregarse
 (sacrificarse)

El amor del objeto absorbe todas las capacidades del sujeto: uno se da totalmente al otro hasta "agotarse" en él. Así, una persona puede aparecer como prefiriendo a su compañero antes que a sí mismo y dándole a aquel, por amor, lo que no se da él (por lo menos inconscientemente). Hay personas que sienten confusamente que ellos tienen por misión darle valor al otro, siendo incapaces de vivir solos por sí mismos. Es como si metabolizaran así la pulsión de muerte: el sujeto "va a la muerte", que él mismo prepara, refugiando lo más íntimo de sí en el otro, al que se dona amorosamente y en el cual se prolongará. Es un sentimiento próximo al amor, y autosacrificio, parental: ciertos padres abandonan una parte de sí mismos en beneficio del hijo en el que se sobreviven.

Poseer
 (satisfacerse)

Sentimiento de posesión del objeto de amor, sintiéndose enteramente colmado.

Los juegos de devoración, recíprocos o unilaterales, se relacionan con las tendencias fusionales amorosas. "Tengo ganas de comerte" o "Te voy a comer" son expresiones verbales que aparecen en estos juegos, característicos de los preliminares al coito.

La naturaleza humana no tiene límites, y sí muchos grados en que se pueden expresar las vivencias mentales. Vean el Caso de Rotemburgo, de "Canibalismo por amor", donde la entrega y la posesión se expresan de la forma más radical posible, y la Incorporación deja de ser imaginaria, para convertirse en real.


Angustia fusional

Muchas personas no podrán llegar a las vivencias fusionales, al ser demasiado frágiles para soportar la indistinción, especialmente en el orgasmo. Hay en ellos un miedo a un amor demasiado intenso. Su problemática mayor no es la del placer, sino la de la existencia misma, la de la supervivencia.

Cuando la madre tiene un comportamiento adaptado a las necesidades del bebé, este adquiere poco a poco la posibilidad de una verdadera ilusión de omnipotencia, necesaria en esta etapa de su desarrollo. Si las reacciones de la madre (o cuidadora) no están perfectamente adaptadas al niño, como en el caso de una madre posesiva, de amor absorbente, que se acerca excesivamente al bebé cuando éste no lo desea, es como si el pequeño experimentara un daño y debiera defenderse contra esta intrusión que amenaza con destruirlo; el objeto bueno todopoderoso se ha convertido en malo, en un alimento inasimilable para el débil yo del bebé. Quizás la regresión fusional se haga posible en la fase de formación de la pareja, pero la angustia que despierta la fusión total no será tolerable si el compañero se convierte en un "otro", en un extraño al que por experiencia se ha aprendido a ver distinto. Es como si ya no se considerara más al compañero como el soporte de las proyecciones de un objeto bueno interiorizado, y se lo convirtiera en el soporte de las proyecciones de un objeto de amor absorbente, donde el yo siente un riesgo de absorción por el objeto, del que necesitará defenderse.

En los juegos de devoración, hasta cierto punto la percepción del deseo de incorporación de la pareja no ocasiona una angustia considerable; no sólo porque el "devorado" puede percibir el carácter figurado de este deseo, sino también porque inconscientemente ser absorbido por el otro, fundirse totalmente con él, puede ser valorizador para el sujeto que ha hecho del otro su ideal del yo; ser absorbido por el ideal de sí mismo es como convertirse en este ideal. En otras circunstancias se puede sentir de forma distinta por el "devorado", apareciendo una especie de angustia de ser devorado:

- El yo es débil, y la falta de individuación impide cuestionar la propia identidad.

- El "devorador" puede tener características disonantes con el ideal del yo del sujeto.

- La intención devoradora puede ser percibida como una carencia, y no como una cualidad.


Defensas ante la angustia fusional

- Rechazar el alimento el bebé, como reacción a una madre posesiva (intrusiva, absorbente).

- Elección de un objeto imperfecto: es el caso del adulto que tuvo una madre posesiva; se busca un objeto no del todo satisfactorio, pero menos poderoso y menos difícil de asimilar que la figura materna.

- Elección de vínculos amorosos pasajeros en el caso de los más frágiles.

- Comunicación superficial y mantenimiento de actividades reales o imaginarias secretas: puede mantenerse un gran secreto de la vida personal de cada uno, y es habitual que una parte importante de las actividades de un integrante de la pareja, sobre todo su actividad imaginativa, se oculten al otro.

- Lazos emocionales superficiales en la pareja: una solución de compromiso entre la soledad y un vínculo demasiado cargado afectivamente.

- Reacciones emocionales activas (escenas, bruscas descargas agresivas, comportamientos impulsivos) o pasivas (malhumor, disgusto, cansancio, rechazo sexual).

- Disfunciones sexuales en la pareja (falta de deseo sexual, frigidez o impotencia): un miembro de la pareja puede sentirse acosado por el otro, forzado en su deseo o invadido por una actitud del compañero que percibe como una intrusión (a nivel afectivo puede haber un sentimiento amoroso hacia la pareja dominante); en la "no consumación" del matrimonio puede haber un miedo mutuo a abandonarse por completo al otro en la relación sexual (los miembros de la pareja se elegirán en función de esta problemática común; ver Colusión)

- Distanciarse del objeto elegido compartiendo sólo algunos aspectos de la vida. Podrían mantenerse un gran número de actividades y relaciones externas a la pareja.

- Aventuras fuera de la pareja, que no amenazan con absorber al sujeto.

- Erotización masoquista de la angustia fusional. El hecho de sentirse absorbido, o amenazado de absorción, por el otro, puede tener un alto valor erógeno masoquista. En los casos más extremos puede haber una verdadera pérdida narcisista ligada a la fusión amorosa: darse por completo, hacerse absorber, alimentar al otro física y psíquicamente pueden corresponder en el plano psíquico al modelo de la succión, en el que la madre se deja absorber por su hijo, al que le da una parte de sí misma.

La percepción del peligro de un amor demasiado intenso se acompaña con frecuencia de síntomas psicosomáticos: dolores de cabeza, dolores de estómago, disfunciones sexuales, etc.


Duración

Diferentes investigaciones permiten afirmar que el enamoramiento dura alrededor de 3 años. Cuando la magia del amor pasión llega a su fin, o bien se produce la ruptura de la pareja, o se llega a una estabilidad, en base a diversas necesidades o circunstancias, donde cabe la posibilidad de que se viva el amor.


Precrisis de pareja 
(reacciones precríticas, prevención)

Se distinguen una serie de fenómenos psíquicos y conductuales cuyo sentido latente es evitar el reconocimiento consciente de la imperfección del otro, y del vínculo amoroso, que implicaría la crisis de la relación:

Acentuación de la colusión
 que forma la pareja

Los miembros de la pareja se defienden de su común conflicto inconsciente intensificando sus papeles complementarios (progresivo-supercompensador y regresivo) y el rechazo hacia las actitudes desplazadas hacia el compañero (al rechazarse como propias).

Escisión del objeto
 en dos partes

Una que es muy satisfactoria, y atribuida al compañero, lo que permite mantener la idealización.

Otra que es defectuosa, frustrante o desagradable, y atribuida a algo ajeno a él (su familia, su origen social, su trabajo, sus amigos, posibles rivales o los hijos de la pareja), o al propio sujeto pero de lo cual él no es responsable (la depresión, la enfermedad o un traumatismo biológico).

La agresividad se orienta sólo hacia la parte mala escindida. El sujeto mantiene así la idealización inicial y puede desconocer los sentimientos ambivalentes respecto a su compañero de pareja. En el fondo es bueno....; tiene un defecto, pero no es culpa suya....: es la bebida, sus "crisis" (algo biológico, no es que sea un neurótico), la suegra, la sociedad, etc.

Aumento de la posesividad

A partir también de una escisión, se trata de separar al objeto de amor de terceros presuntamente causantes de las primeras dificultades, de todo lo que puede provocar su falla: la familia, los hijos, los extraños. Es habitualmente el más frágil psíquicamente quien asume la dirección de la pareja: obliga a su objeto a someterse a su razonamiento, manteniendo así su idealización. El compañero se somete durante algún tiempo, pero la idealización se mantiene cada vez con mayor dificultad; la posesividad aumenta, lo que lleva a la primera crisis de la pareja.

Corregir y educar, Superarse y aprender

Para que el objeto siga siendo bueno, hay que corregir sus defectos o educarlo en algún sentido (dominante), hay que reconocerse imperfecto y superarse o aprender (sumiso). Se trata de estructuras diádicas complementarias, normalmente asimétricas donde uno de los miembros busca en el otro una especie de alumno que posea "malas inclinaciones" naturales que se trata de enmendar. Puede darse en estos casos una colusión narcisista o anal-sádica. El dominante proyecta inconscientemente sobre el compañero sus propios aspectos rechazados; éste es por lo general una persona depresiva o desvalorizada, que se siente afirmada por la elección de su objeto admirado.

El comportamiento del "maestro" está racionalizado bajo distintas formas, para obtener el acuerdo del "alumno": es en su interés, o en el de la pareja, por lo que debería perfeccionarse.


Crisis de pareja 

El proceso de crisis se inicia con la decepción que resulta de atribuir una falla al objeto: ya no responde a todos los deseos del sujeto, defraudó las expectativas que se tenían depositadas en él. Podría no haber cambio objetivo de actitud en el objeto, en cuyo caso es la imagen interiorizada de él la que falla, o bien el compañero evoluciona realmente y su cambio lleva a la decepción: pérdida de atractivo físico, disminución de la potencia sexual, disminución de aptitudes en general, menos ganancia de dinero o modificación de su valor social (comparación con un tercero). La decepción que se siente está en proporción con la proyección de lo bueno que se había hecho sobre el objeto en la fase de idealización.

Ante la percepción de la falla, y la consiguiente decepción, aparece la crítica y la agresividad. El retorno de las pulsiones agresivas en la relación con el objeto es la condición de la ruptura de la idealización y la escisión, lo que permitirá establecer una relación ambivalente y reconocer una cierta autonomía al objeto de amor, sin limitarlo a una función gratificante.

En el momento de crisis se produce una duda más o menos profunda y duradera respecto del "valor" objetal del otro, que era la base de la confirmación propia. Con frecuencia la desconfirmación mutua es alternativa, en distinto tiempo, lo que permite el apoyo del otro para atravesar su fase depresiva y hacer su duelo. Si es simultánea, la ruptura de la pareja será el hecho más probable. En estos casos un vínculo con un tercero puede tener a veces un efecto positivo paradójico: se sale del círculo vicioso de la desconfirmación ya que el infiel se reconforta con el amante, y, así, el compañero de pareja puede volver a valorarse al atribuirse el origen del cambio del objeto de amor.

En las parejas donde hay una estructura devorador/devorado, la devoración puede llegar hasta un punto en que el devorado pierde poco a poco su valor, ante sí mismo y ante el otro, por lo que éste puede llegar a desprenderse de él. Ver La Dependencia emocional

Durante las crisis es importante la oposición entre los intereses narcisistas y las exigencias de la pareja, el conflicto entre las exigencias pulsionales (su realización) y un cierto grado de dependencia, absorción o invasión por la pareja.


Conflicto colusivo

Para una mayor claridad expositiva, incluyo los conflictos colusivos en Clasificación de las colusiones


Retorno de lo reprimido como introducción a la crisis


Deseos edípicos

Si el Complejo de Edipo no ha sido superado satisfactoriamente, pueden surgir problemas en la pareja cuando ésta ha fraguado en una relación de tipo conyugal, lo cual resultará independiente del tipo de elección de objeto ya que la referencia al progenitor será positiva a nivel inconsciente. Puede darse una frigidez o impotencia electivas: la persona será incapaz sexualmente, pero sólo con su pareja.

Una crisis puede aparecer también cuando uno evoluciona deseando la satisfacción pulsional contra la que se defendió inicialmente al elegir compañero: ahora quiere que la pareja se comporte como el padre amado (que sea como él). Este hecho puede resultar sorprendente para el compañero, al que se eligió quizás con características opuestas, que puede negarse a cambiar según los deseos de la pareja.

Pulsiones de meta inhibida

Los lazos sentimentales tiernos (estima, cariño, ternura) subyacen a la amistad y a la coidentificación mutua, tan importantes en un vínculo amoroso duradero. Cuando este componente no se expresa suficientemente entre los miembros de la pareja, se buscará en amistades externas al vínculo amoroso, lo que puede ser conflictivo para la pareja.

Sin embargo, hay muchas parejas que tienen entre ellos relaciones casi fraternales. Poco a poco se perdió o disminuyó la atracción erógena del compañero. Algunas ven despertarse su agresividad mutua, alterándose gravemente el equilibrio de la relación, mientras que muchas otras parecen soportar esta "deserotización" sin conmociones importantes y sin manifestación pulsional extraconyugal; la unión afectiva con el compañero puede seguir siendo muy intensa.

En algunos casos se puede relacionar la deserotización con la asimilación del compañero a una figura parental y un Edipo mal resuelto. Esta situación se produce muchas veces a raíz de un acontecimiento en el que los dos compañeros descuidan su relación mutua al preocuparse por otras personas: por ejemplo, la llegada de los hijos.

Por otra parte, la muerte del compañero, en las parejas abstinentes, es ocasión muchas veces para el despertar de los deseos y de la actividad sexual.

Pulsiones pregenitales

Si la pareja se ha elegido y se estructura para reprimir estas pulsiones, su retorno introduce la crisis. La pulsión parcial se despierta en uno de los dos por distintos motivos (encuentros, aventura extraconyugal, evolución progresiva, lecturas o películas) y busca una vía de satisfacción. El compañero puede no evolucionar, en cuyo caso la pulsión se puede expresar de distintas formas: ante un tercero (aventura extraconyugal, prostitutas), masturbación o formas más o menos patológicas (súbita aparición de manifestaciones sádicas o masoquistas, conductas autopunitivas, depresión, somatización, alcoholismo).

Si la relación de pareja es densa, y la comunicación buena, entonces uno puede decidir satisfacer a la pareja, lo que implica una evolución propia. A menudo la satisfacción sólo es acordada parcialmente o según formas imaginativas (juegos, bromas, enredos, provocaciones eróticas), o bien en comportamientos precisos que se ritualizan poco a poco en la vida de la pareja (por ej., en los preludios sexuales).

La integración de las pulsiones reprimidas, que se produce a menudo tardíamente en la relación de pareja, se puede hacer de un modo más o menos progresivo. La represión se atenúa poco a poco introduciéndose progresivamente en la relación. En los preludios sexuales es cuando se recuperan más.

El descubrimiento de nuevas expresiones eróticas lleva a nuevas "lunas de miel": entre las pulsiones parciales, son los juegos sadomasoquistas los más extendidos y capaces de renovar la erotización mutua de la pareja; también el voyeurismo-exhibicionismo permite despertar el deseo libidinal.


Necesidad de un compañero a quien odiar

El compañero como soporte de las representaciones de los objetos malos interiorizados, que se manifiesta más o menos evidentemente en la mayoría de las parejas. Casi nunca la pareja resulta destruida por la corriente de odio, como si hubiera necesidad de un compañero en quien descargar la agresividad, aunque se tenga que compensar con un gran afecto u otros procesos de reparación (sentimiento de culpa, seducción), que van a permitir al compañero restablecerse. El odio se justificará de alguna manera: por ej., que el otro decepciona, no responde a las expectativas. En realidad, muchas veces lo que se odia del objeto coincide con lo que el sujeto rechaza de sí mismo. A veces el odio se dirige al hijo de la pareja, percibiéndolo como hijo del otro.

La secuencia de agresión-reparación se puede comprender en sus motivaciones profundas al relacionarla con las dos posiciones primarias: el compañero representa la figura materna odiada o herida de modo inconsciente.

Se pueden distinguir dos condiciones en que éste fenómeno es más frecuente e intenso:

- Disposiciones psicopatológicas: personas con graves carencias infantiles (ver personalidad trastornada)

- Necesidad de proteger vínculos afectivos primarios: por ejemplo, el caso de un sentimiento de culpa inconsciente respecto a uno de los dos padres, donde el odio reprimido se desplaza hacia la pareja.

En casos asimétricos donde la pareja se mantiene largo tiempo, el compañero que asume el papel de víctima ha de obtener beneficios inconscientes de la relación: es una persona con tendencias depresivas, autopunitivas o masoquistas. A menudo ha elegido a su pareja por representar su ideal del yo. Esperará severos reproches y sanciones por transgredir la "Ley" (las prohibiciones) dictada/s por el otro. La persecución se vive inconscientemente como amenaza de castración y expiación, que confirman a la víctima en su valor: en una especie de "misión" su expiación debe permitir la "redención" del compañero perseguidor. Esta situación se observa por ejemplo en la codependencia, cuando el otro es alcohólico.

Las parejas sadomasoquistas no ofrecen el único ejemplo de este tipo de vínculos. Se dan también en parejas sin satisfacción ni actividad sexual; la necesidad de poder odiar al otro se ve en la descompensación que sufren cuando su pareja muere o se separa de ellos.


Duelo amoroso

La capacidad para realizar el trabajo de duelo, referido al objeto idealizado interiorizado, es un criterio para apreciar si existe un grado de madurez suficiente para restablecer un vínculo amoroso duradero. Se trata de renunciar a la escisión e idealización. Pero aceptar la imperfección del objeto es también reconocer la ambivalencia de sentimientos hacia él, con la consiguiente autocrítica.

Renunciar a la escisión y reintroyectar las malas cualidades en el interior del yo, es el proceso que conduce a la posición depresiva. En el bebé es el momento en el que el objeto-madre comienza a concebirse como una persona total, lo que supone una síntesis del amor y del odio, al mismo tiempo que una integración del yo. Para que esto sea posible es preciso también que el objeto de amor sea lo bastante satisfactorio; el descubrimiento de sentimientos ambivalentes hacia él será entonces soportable y no se le rechazará. Reconocer a la madre como persona total significa también reconocerle una vida propia (con relaciones con otras personas) y descubrir que se la puede perder (angustia depresiva). Los sentimientos agresivos hacia el objeto se acompañan de temor a dañarlo o destruirlo (perderlo), y de sentimientos de culpa.

El trabajo psíquico de duelo implica entonces un duelo por el objeto y un duelo por una representación totalmente buena, idealizada, de sí mismo. La "desidealización" se efectúa en forma más o menos lenta y en general parcial. El sujeto recupera sus capacidades críticas y se produce una aproximación entre la imagen interiorizada del compañero y la realidad que éste le presenta. La comunicación de la pareja mejora también ya que se comprenden mejor los deseos del otro.

Quizás una de las mayores dificultades para realizar el duelo se encuentre en que conlleva una disminución narcisista: amar al elegido era, al mismo tiempo, amarse a sí mismo (a su ideal del yo); entonces criticar y agredir al objeto es hacer lo propio con uno mismo. Por otra parte, el sujeto, para sentirse valorado por el otro, necesita verlo con cualidades; un objeto desvalorizado no puede confirmar al sujeto en su valor.

En casos patológicos se produce un violento sentimiento autoagresivo, cuya consecuencia más conocida es el suicidio, frecuente a raíz de una ruptura amorosa. A veces se produce una intensa depresión.

En la crisis amorosa, el trabajo de duelo se hace más difícil que en una pérdida total, por el hecho de que el sujeto tiende a volver a la idealización primitiva para escapar de la situación; el trabajo de duelo se prolonga largo tiempo.

Normalmente las parejas viven a distinto tiempo y ritmo sus procesos de duelo, que se expresan con más frecuencia en actitudes, silencios o fracasos sexuales, que con palabras.


Poscrisis de pareja 

Después de la crisis se pueden producir varias situaciones:

Ruptura

En casos de agresividad o desconfirmación mutua, cuando la idealización había sido muy intensa, cuando el compañero ha evolucionado negativamente, o cuando el hecho de conocerse mejor ha llevado a los miembros de la pareja a decidir que lo mejor es separarse.

Desconexión afectiva

Quizás la evolución más negativa desde un punto de vista afectivo o de evolución personal, si es que la pareja no tiene hijos pequeños (en cuyo caso sería posible que fuese una actitud óptima, sobre todo si es transitoria; ver Maternidad y Paternidad). Al no poder reorganizar la relación, tratan de protegerla cerrándose al exterior, o bien se centran en una preocupación, angustia o rechazo común (un hijo, una madre enferma, etc.), que les permite no cuestionarse la relación entre ellos, evitando entrar en conflicto.

Reorganización

Después de la fase precrítica y el sufrimiento que conlleva el trabajo de duelo en la fase de crisis, se llega a un nuevo equilibrio, más estable que el anterior ya que está más basado en la realidad de los compañeros. La crisis tiene un efecto recreador y madurativo: los compañeros adquieren mayor autonomía y se establece una más clara delimitación del yo de cada uno, la comunicación mejora, el yo de los compañeros sale fortalecido, se produce una nueva idealización (se descubren nuevos aspectos gratificadores) y una renovada erotización (integración de pulsiones pregenitales).


Funciones psíquicas de la pareja (beneficios del estado amoroso)


Defensa psíquica


Proyección de las pulsiones de muerte

Esta defensa del bebé no desaparece nunca por completo durante la vida, sino que tiende a reaparecer, especialmente en momentos difíciles. La primera actitud defensiva contra la pulsión de muerte es proyectarla en los objetos, utilizando el resto de las pulsiones destructoras para defenderse contra ellos, ya que se los ha convertido en perseguidores. En las parejas de tipo conyugal se utiliza al compañero como soporte externo del objeto bueno y malo a la vez.

El sujeto se sirve de su relación con sus objetos buenos idealizados para protegerse contra sus objetos malos perseguidores:

- Algunas personas actúan como si sólo pudieran idealizar a un objeto bueno odiando a otro. El hecho de que se trata de un desplazamiento del odio se puede ver en que el odio contra ese "chivo expiatorio" disminuye cuando se atenúa la idealización; por el contrario, al aumentar la idealización, aumenta el odio. Después de una separación, cuando un miembro de la pareja elige un objeto nuevo, para encontrarlo bueno le atribuye al anterior compañero todo lo que no quiere ver, ni en sí mismo ni en el nuevo.

- Numerosos verdugos y torturadores son tanto más tiernos con su pareja cuanto más crueles han sido y mejor han descargado sus pulsiones sádicas contra sus víctimas.

Idealización amorosa persistente

Haciendo persistir la ilusión del vínculo amoroso, el sentimiento de ser amado y de ser capaz de amar. La idealización es tan tenaz en algunos que puede mantenerse más allá de la ruptura visible de la pareja. Así se evita caer en la depresión.

Esta actitud se ve también en los que, durante una crisis, son capaces de esperar pacientemente a que la relación sea otra vez satisfactoria; a pesar de las apariencias actuales, el compañero es mejor de lo que muestra, sólo es un mal momento. La ilusión tiene un carácter útil para la reorganización de la pareja.

El objeto elegido, soporte de las proyecciones del ideal del yo, es reintroyectado en el yo del sujeto, con lo que la diferencia entre yo e ideal del yo se borra y no hay sufrimiento. Gracias a la proyección del súper yo sobre el elegido se atenúa el temor a sus críticas y agresiones; cesa la angustia existencial elemental.

Reforzamiento defensivo

La pareja se puede considerar como una defensa psicosocial frente a los aspectos reprimidos (ver Colusión). En los comienzos de la relación, la pareja distribuye los papeles de tal manera que cada uno debe oponerse al retorno de lo reprimido en su compañero. Las tendencias no asumidas se viven por identificación con el otro, que las expresa; lo que gusta del otro es, en parte, lo que no se acepta de uno: por ej., la debilidad.

El encaje o la complementariedad de la pareja respecto a la organización defensiva se ve, por ejemplo, en el caso de las disfunciones sexuales, donde la mejoría de un miembro conduce al desencadenamiento en el otro de una perturbación equivalente.

Hay personas que necesitan el interés y el afecto de los demás de una forma constante: las personalidades dependientes (dependencia emocional), histriónicas, narcisistas; la ninfomanía o satiriasis serían casos extremos. La ruptura del vínculo amoroso, o los procesos de crisis, pueden producir estados depresivos y manifestaciones suicidas. Al predominar la libido sobre la pulsión de muerte, la persona tiende menos hacia comportamientos autodestructivos.

Las parejas de deprimidos son muy frecuentes y se estructuran, generalmente, para luchar contra la pulsión de muerte: hay un intercambio de los papeles deprimido/protector. En raros casos, la pareja, en lugar de ejercer sus funciones habituales de defensa, no puede evitar una amplificación depresiva destructora de la relación. Estas parejas, o no se forman o no se mantienen por largo tiempo.

El vínculo libidinal es tan vital para las personas, que, si el compañero no es satisfactorio, se puede desplazar la libido a la relación con un hijo o un amante. Si es el hijo, entonces éste debe dar a la madre lo que ésta no encuentra en la relación con su pareja, a riesgo de limitar la evolución personal de aquel. El niño puede responder, por ejemplo, a una cualidad ideal que la madre esperaba encontrar en el padre (el éxito escolar se basa con frecuencia en esta situación).

Muchos atraviesan las fases de crisis aceptando la realidad y no cambiando de compañero. Se llega a una nueva forma de relación, con una nueva idealización, aunque más cercana a la realidad y menos intensa.

Ver Modalidades de relaciones de objeto


Confirmación narcisista 

La sobrevaloración del objeto de amor hace que el sentirse querido por él sea una confirmación del propio valor. Por ejemplo, alguien podría elegir a una persona con las propias características de personalidad pero más marcadas (pasividad, inhibición, dependencia o personalidad depresiva), con lo cual se puede valorar gracias al compañero más débil; éste encuentra en el otro una representación de su Ideal del yo (actividad, deshinibición, independencia o personalidad hipomaníaca), con lo que vivencia una satisfacción narcisista por identificación.


Satisfacción de necesidades y deseos 

Colmar las carencias propias: obtener seguridad, cariño, amor, satisfacción sexual, etc. La pareja ofrece un medio para satisfacer las pulsiones de meta inhibida, componente esencial de las relaciones de amistad.

Intento de reconstruir la simbiosis primitiva madre-hijo, evitando la angustia de la separación. Tendencia hacia la fusión amorosa, imaginariamente vivida en ciertos momentos, tales como el orgasmo.


Aumento de energía 

Se libera una energía que ya no dirige a reprimir o limitar neuróticamente las pulsiones pregenitales, ya que la relación amorosa permite exteriorizarlas. Un ejemplo es la expresión de tendencias masoquistas; la intensa erotización permite reorientar el conjunto de estos deseos hacia el objeto (antes podía ser un masoquismo moral). Pero esta dinámica masoquista queda en el plano inconsciente para la mayoría de las personas ya que son tendencias rechazadas a nivel consciente y que producen culpa.

Ver El Amor

 

Bibliografía:

"La pareja humana: relación y conflicto", Jürg Willy, Editorial Morata (Colusiones)
"La pareja humana: su vida, su muerte, su estructura", Jean Lamaire, Editorial Fondo de Cultura Económica
"Psiquiatría dinámica", Joan Coderch, Editorial Herder
"Diccionario de Psicoanálisis", Laplanche y Pontalis, Editorial Labor
"Notas sobre algunos mecanismos esquizoides", Envidia y Gratitud y otros trabajos, Obras completas III, Melanie Klein, Editorial Paidós
"Contribución a la psicogénesis de los estados maníaco depresivos", Amor, culpa y reparación, Obras completas I, Melanie Klein, I, Editorial Paidós
"El duelo y su relación con los estados maníaco depresivos", Amor, culpa y reparación, Obras completas I, Melanie Klein, Editorial Paidós

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